martes, 16 de diciembre de 2014

Reseña: Vetusta Morla - La Deriva


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Como bien sabéis ya, los madrileños Vetusta Morla han logrado el Disco de Oro con su último disco de estudio “La Deriva”. Por ello, desde Gramolona hemos hecho una crítica del disco que tantos halagos está recibiendo y queremos darles la enhorabuena por ello. Pero, ¿por dónde empezar?

Con la primera escucha del disco, nuestra impresión es la de un trabajo digno, muy lejos de la superficialidad; bien voluminoso en cuanto a lírica y más experimental a diferencia de los anteriores trabajos pero a la vez enmarcado en un sonido más crudo. Incluso la portada nos suscita una atractiva curiosidad con cierto aire intelectual: personas desnudas corriendo en una dirección, mientras una de ellas corre en sentido contrario, a la deriva tal vez.

El disco abre con el tema homónimo, “La Deriva”: “Habrá que inventarse una salida, ya no hay timón en la deriva” clama Pucho como un pirata borracho de vivencias, al ritmo de redobles clavados de David “El Indio”. La suave capa de sintetizadores es indispensable a los pocos segundos del tema. Consideramos que es el tema más representativo del concepto general del disco.


Golpe Maestro”, como ya sabemos, es el single del disco. Desde el comienzo del tema notas que algo grande y oscuro se cierne proveniente de la progresión de la batería y de los toques característicos del grupo en la guitarra. La letra, narrada en primera persona del plural, habla de un golpe que, como un vendaval, sufrimos todos. Y queremos pensar que el tema tiene un trasfondo en la actualidad simbolizando que el golpe lo estamos viendo en la calle. Entre las estrofas se deja entrever el alma del tema, sostenido por una profunda línea de bajo que más tarde, después del primer estribillo, es apoyado por suculentos coros cavernarios. Se suelta toda la subida musical en un estribillo extraordinario y pegadizo sin llegar a pecar de predecible, desvelándonos que fue sin precedentes “Un atraco perfecto. Un golpe maestro”.


La entrada de una melodía a piano clásico da pie a “La Mosca en tu Pared”. Misteriosa, con cierto aire peligroso y una lírica claramente onírica en la que, al parecer, está basada en la “Metamorfosis” de Kafka. A mitad del tema se presenta un juego psicológico en el que se escucha la voz de una niña citando diferentes insectos en inglés. Esto es algo moderno e innovador, de diez. “Fuego” es un tema que retorna con más fuerza a los Vetusta Morla de los inicios. Enredada por un juego de cuerdas a la guitarra, donde se entremezclan poco a poco con los arreglos de violines. Folk, rock barroco y mucho fuego.


Un dialogo un tanto rock'n'rolla entre la batería y el bajo abre “Fiesta Mayor”, desembocando en una especie de periódico negro, donde el que escribe no tiene miedo a nombrar a quién allí había: “Se fueron, no hay nadie, ni el sheriff ni el alcalde. Se fueron, no hay nadie y la orquesta sin cobrar...”. Un claro trasfondo de la situación económica que estamos viviendo. La ambientación en un oscuro y humeante garito nocturno se viene arriba con la experimentación de arreglos en la sección de vientos, un tanto jazz.
Un tema folk del más allá es “¡Alto!”, con la que prosigue el disco. Y al decir 'del más allá' nos referimos a que la lírica habla de un viaje hacía una nueva tierra. Un viaje no deseado; un viaje por necesidad. Y con cierta nostalgia con la que el tema permanece, podemos apreciar en el primer minuto un acompañamiento de palmas, suscitando elementos del flamenco. “La Grieta”, sin embargo, tiene claros elementos del funk y del jazz en la guitarra de Guille Galván, que desembocan en un acompañamiento con un sonido más 'indie-rock' en el estribillo, donde en tono de súplica se pide un cambio en la rutina que nos rodea. Al igual que en “La Grieta”, riff de guitarra pegadizo y circular, musicalmente más directa, eso sí, es “Pirómanos”.

La estación oscura y encantadora llega con “Las Salas de Espera”. Este tema es bastante distinto a todo lo que hemos escuchado hasta el momento en “La Deriva”; desde aquí, personalmente, podemos decir que nos ha sorprendido bastante, nos ha enamorado con su aire psicodélico y ese tinte de música india. Efectos en la guitarra más que admirables. El mensaje es un halo de luz asomándose por nuestro corazón. Una clara esperanza que indica que debemos aguantar estos oscuros días. “Cuarteles de Invierno” es como una canción que vive en una cueva de hielo. La canción sube y baja como una montaña rusa de sensaciones donde la batería señaliza y marca bien la guitarra. En la lírica, más filosofía sobre una misteriosa búsqueda, esta vez muy en relación con nuestro propio “yo”. Por el contrario, “Tour de Francia” hace notar su llegada en el disco con fuerte intensidad, transportándonos con la lírica a un escenario veraniego. Hay que destacar en el tema la introducción de un clavicordio que le da un guiño al tema “Piggies” de The Beatles.

El disco cierra con “Una Sonata Fantasma”, un soneto de Shakespeare adaptado al castellano, que comienza con un íntimo arpegio y se va haciendo grande según avanza, acabando en delirio y apoyado por la sección de viento. Y como bien canta Pucho en una frase de este tema: “Se abrió el telón desafiando el final”.

En conclusión, podemos decir que esto era un desafío que tenía pendiente Vetusta Morla con el pop y rock independiente y la música que alimenta nuestras fantasías, y lo han superado con creces. Una intelectualidad brillante y en ocasiones siniestra. Este disco es como si estuvieras en una celda oscura y por un agujero asomara un ojo vivaracho y una voz te narrara los logros, sentimientos, penas y miserias de la humanidad. Estamos ante un disco para vivir con él en los días que nos tocan. Por ello no nos extraña que este espectacular disco haya sido Disco de Oro en nuestro país, y bien merecido. 

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